II. El Proceso del Emprendimiento

El proceso del emprendimiento empieza con una idea fundamentada y creativa para un nuevo producto o servicio. El emprendedor es ambicioso y audaz y toma la iniciativa de materializar su idea en una nueva empresa. Con mucha perseverancia, ensayo y error, el emprendedor produce algo de valor asumiendo un rol de liderazgo,mostrando a los consumidores el valor del nuevo producto y mostrando a los nuevos empleados cómo producirlo. El emprendedor comercia con esos clientes y empleados para obtener resultados de beneficio mutuo. Como consecuencia el emprendedor logra el éxito y disfruta de los frutos de su realización.

Expandiendo cada uno de los elementos señalados en cursiva en la anterior descripción:

Los emprendedores generan ideas de negocios y deciden cuáles de esas ideas valen la pena. En el proceso de dar con ideas fundamentadas y creativas, los emprendedores nos hablan de visión, de “pensar más allá,” de imaginación, de activación de la mente, y de “momentos de iluminación.” Habiendo generado las ideas, nos hablan sobre ejercitar el juicio: ¿Cuáles de esas ideas son realmente buenas? ¿Puede el producto o el servicio ser desarrollado desde el punto de vista técnico? ¿Se va a vender? ¿Qué resultados arroja la investigación de mercado? En los emprendedores se manifiesta un compromiso con el logro cognitivo: el juego intelectual, la investigación, la experimentación y el análisis.

La ambición es el impulso que se siente por alcanzar los propios objetivos, por ser exitoso, por mejorarse uno mismo, por estar mejor, por ser lo mejor que uno puede ser. Los emprendedores sienten algo más que la generalmente abstracta y ociosa expresión de deseos que experimentan muchas personas — “¿No sería bueno si yo fuera rico e independiente?” Los individuos ambiciosos sienten con fuerza la necesidad de lograr sus objetivos.

El emprendimiento requiere de iniciativa. Una cosa es tener un buen plan de negocios y otra cosa es convertir ese plan en realidad. Los emprendedores son personas que se impulsan a sí mismos y se hacen el compromiso de convertir en realidad sus buenas ideas.

Una nueva empresa implica aventurarse en lo desconocido, estar dispuesto a encarar los obstáculos — incluyendo la posibilidad de ser objeto de rechazo y burla — y la posibilidad del fracaso. En consecuencia, la actividad emprendedora requiere coraje — estar dispuesto a enfrentar riesgos calculados, siendo consciente de las posibles lados negativos pero sin permitir que el miedo al fracaso o la desaprobación lo dominen a uno en la toma de decisiones.

El éxito en el emprendimiento casi nunca es fácil ni se da de la noche a la mañana, el éxito es el resultado de aferrarlo a largo plazo atravesando las dificultades. Es decir que la perseverancia es esencial. Los emprendedores deben perseverar a través de los obstáculos técnicos en el desarrollo de sus productos, enfrentando detractores que dicen que no se puede o que ponen otros obstáculos, y enfrentando a sus propias dudas sobre sí mismos. Los emprendedores deben ser disciplinados en el corto plazo y saber mantener sus motivaciones de largo plazo siempre presentes en su pensamiento.

El proceso de desarrollo es casi siempre de ensayo y error lo que requiere que el emprendedor haga ajustes basados en la experiencia que se obtiene. Los emprendedores exitosos ajustan según la retroalimentación que reciben del mundo real, lo cual requiere ser capaz de reconocer los errores y de incorporar los hechos nuevos que se conocen en vez de ignorar obstinadamente todo lo que perciba como una amenaza a sus ideas favoritas.

Productividad: El proceso de desarrollo, con suerte, culmina en un producto que funciona. Si es así, el emprendedor ha agregado valor al mundo por la creación de un nuevo bien o servicio, habiendo logrado que funcione en forma consistente, produciéndolo en cantidad, y continuando más tarde con las mejoras en su calidad.

Aquellas personas que tratan con el emprendedor, ya sea como clientes, como empleados o como inversores de capital de riesgo, se involucran en tratos de beneficio mutuo, canjeando valor por valor. En lo social, el comercio es un proceso por el cual se trata con otras personas sobre una base pacífica y en virtud del mérito productivo. Requiere proteger los propios intereses y respetar que la otra parte defienda los suyos, ejercitando las habilidades que uno tiene para la negociación, la diplomacia y, cuando fuera necesario la dureza, con el fin de lograr un resultado mutuamente beneficioso. Los emprendedores también agregan valor aportando liderazgo al negocio. Los emprendedores están creando algo novedoso, por lo que son los primeros en transitar por un nuevo camino. Aquellos que van primero por un camino establecen un ejemplo a ser seguido por otras personas y, especialmente en el caso de un nuevo producto o servicio, deben mostrar a los nuevos clientes el valor de ese nuevo producto o servicio, y deben enseñar a los nuevos empleados cómo producir el nuevo producto o servicio. En consecuencia, los emprendedores deben desplegar su liderazgo para señalar a otras personas el camino que no existía antes, motivarlos durante el proceso de aprendizaje, y promover la innovación. Parte del negocio, entonces, consiste en que al cliente o al empleado se le señala una nueva oportunidad y se lo habilita para aprovecharla, y el emprendedor por su parte recibe una recompensa por ello.

Finalmente, el emprendedor experimenta el éxito y el gozo del éxito. El éxito en el emprendimiento brinda recompensas tanto materiales como psíquicas — los bienes que pueden conseguirse con el éxito financiero así como el sentimiento de independencia y de seguridad financiera que vienen junto con el éxito. Y por supuesto está la recompensa psicológica del logro por sí mismo: experimentar un mayor auto-respeto y la emoción por la realización y cumplimiento de lo que uno ha creado.

anterior: Tres Tipos de Carácter: Carly, Tonya, y Janea continuación: Emprendimiento y Ética de las Virtudes