I. Tres tipos de carácter: Carly, Tonya, y Jane
El emprendimiento se está estudiando cada vez más como fenómeno económico fundamental y fundacional. Schumpeter (1950)1 y Kirzner (1973) 2 fueron los pioneros, y sus sucesores han generado una literatura considerable. Sin embargo el emprendimiento ha recibido menos atención como fenómeno moral, y en consecuencia, también una menor presencia en la literatura sobre ética empresarial.
Consideremos la condición moral del emprendedor en contraste con otros dos tipos de carácter.
1. Carly:
Como estudiante, Carly trabajó duro y recibió buenas calificaciones. Después de su graduación ella tomó un trabajo, pero al mismo tiempo ahorró dinero y elaboró su plan de negocios. Cuando se sintió lista, dio el salto emprendedor y comenzó su propio negocio, que se desempeñó con éxito. Unos años más tarde, lo vendió por U$S 10 millones. Ella ahora está viviendo una buena vida viajando por el mundo, construyendo la casa de sus sueños, llevando adelante a su familia, y manejando su cartera de inversiones.
2. Tonya:
Tonya también trabajó duro en la universidad y, al graduarse, comenzó a trabajar en una institución financiera. Allí ella descubrió un defecto en los procedimientos de flujo de fondos que le permitió desviar en forma anónima U$S 10 millones a un banco offshore, del cual fue rápidamente transferido a través de varios países del Caribe y bancos suizos, para terminar en una cuenta sólo conocida por Tonya. Un año después, ella renunció a su cargo en la institución financiera y ahora está viviendo con discreto lujo en algún lugar de Europa.
3. Jane:
Mientras estuvo en la universidad, Jane estudió artes liberales y se graduó con un buen título. Por desgracia, en el verano siguiente a su graduación sus padres murieron repentinamente. Afortunadamente sin embargo, le dejaron U$S 10 millones en su testamento, de los cuales Jane inmediatamente donó U$S 9.9 millones a organizaciones benéficas dedicadas a los desamparados, a las víctimas de las inundaciones, y para la plantación de árboles en la selva brasileña. Jane invirtió los restantes U$S 100.000 en un certificado de depósito con un rendimiento del 8% anual, ingreso que le permite vivir con frugalidad y sin demasiada incomodidad.
La Pregunta Ética
Formulemos ahora la pregunta ética: ¿Cuál de los tres tipos de carácter es el más moral? ¿El de quién debemos impulsar como el ideal? ¿Debemos enseñar a nuestros hijos y alumnos a admirar y a tratar de ser como Carly, como Tonya, o como Jane? Los tres requieren fortaleza: no es fácil construir un negocio exitoso. No es fácil elucubrar una estafa y salirse uno con la suya. Y no es fácil regalar a los demás casi todo el dinero que uno tiene.
Tonya es representativa de una ética depredadora: ella perjudica a los demás y utiliza los ingresos ajenos para beneficiarse a sí misma. Ella es representativa del juego de suma cero, ganancia-a-costa-de-los-demás, práctica ampliamente condenada en la literatura de ética empresarial.
Jane es representativa de una ética altruista: es abnegada, y da desinteresadamente lo que tiene a otros miembros de la sociedad, conservando sólo lo mínimo para ella. Ella es representativa de las prácticas de “justicia social” ampliamente elogiadas en la literatura de ética empresarial.
Carly es el prototipo del emprendedor y es representativa de una ética egoísta de auto-realización. Ella crea valor, comercia con otras personas, y vive la vida de sus sueños. Sin embargo, ella no es mencionada en la literatura de ética empresarial. Ella es la mujer invisible.
Y sin embargo, los rasgos de carácter y las actividades productoras de valor de los emprendedores modelan una ética, al menos en forma implícita. Para poner en términos explícitos esta ética, comencemos por una descripción normalizada del emprendedor. ...
anterior:Introduccióna continuación : II. El Proceso del Emprendimiento